martes, 15 de julio de 2008

Cuestiones en Jean-Jaques Rousseau

Ensayo sobre el origen de las lenguas [EOL] y Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres [DOD]


Un primer tratamiento del Ensayo sobre el origen de las Lenguas y el Discurso sobre el origen y los fundamentos de la desigualdad entre los hombres, requiere una suerte de dilucidación sobre los conceptos fundamentales en ellos expuestos: a saber, Lengua y Origen.

Definitivamente “Lengua” en Rousseau no está planteado en términos saussureanos, y está lejos de ser un hecho específico, ya no se diga, exclusiva de los seres humanos. A lo largo del texto se añade a “lengua” una serie de atributos que impiden sustraerle una identidad propia. ¿Qué constante podría aducirse de todas ellas? Y por otra parte, ¿qué constantes o diferencias entre lenguaje, lengua y palabra1? Quizá no se ha logrado discernirlas según sus propiedades y diferencias, tal como hizo el hombre conforme el paso del tiempo respecto al establecimiento de léxico específico. Quizá se trata aun de lenguaje figurado y no propio; quizá se hable ya de “lengua” retóricamente como metáfora.

Ya en las primeras líneas nos enfrentamos a un problema de léxico: palabra, lengua, y lenguaje se confunden entre sí. Lenguaje por su parte, queda volando, y podría concluirse que lengua y lenguaje en el texto de Rousseau significan lo mismo, pero, ¿acaso podría pensarse que el autor no estaba conciente de las implicaciones de usar dos palabras para la misma cosa al ser la cuestión misma a tratar la lengua? Pareciera en un primer momento que no sucede así con “palabra”, la cual distingue al hombre entre los animales; ni con lenguaje, el cual distingue a las naciones entre sí. Mas no se sigue la distinción a lo largo del texto.

Indistintamente se emplea lengua: está la lengua de los animales, la lengua de los gestos, la lengua de las voces, la lengua del hombre salvaje, la lengua. Por una parte existe en todas ellas un medio de realización, el movimiento y la voz como los medios generales por los cuales puede actuar un ser sobre otro (comunicar, incluso como una mera voluntad). De ahí que en el caso del hombre el aparato fónico no sea necesario, ni la palabra para que la lengua exista, lo cual no implica, como se hará posteriormente y sobre todo a partir de Saussure, que “lengua” se inscriba en términos de realización fonética. Esto nos coloca en un dilema, ¿qué podría decirse respecto a lo que constituye la lengua?

En [EOL] Rousseau escribe “parece incluso por las mismas observaciones que la invención del arte de comunicar nuestras ideas depende menos de los órganos que nos sirven a esa comunicación que de una facultad propia del hombre, que le hace emplear esos órganos a ese fin y que, de faltarle éstos, la haría emplear otros con el mismo propósito”. De aquí, así como en otra mención del DOD, se sustrae que la definición constante de lengua es ser el arte de comunicar ideas, facultad extendida a los animales puesto que, para el autor, la posibilidad de las ideas radica en los sentidos, y la bestia del hombre difiere en este aspecto en cuanto al grado de combinar sus ideas. ¿Pero a grado de qué se refiere? ¿de número de ideas, de necesidades, de complejidad gramática? ¿Qué constituye la lengua humana en cuanto tal, que grado de qué?

En cuanto a esto quizá no sea “lengua” como tal sino “palabra” la que permita navegar en pos de una respuesta. De pronto la cuestión parecería una terquedad de corte filológico, no obstante me parece que a través de ella podría abordarse de manera más prudente una de las preguntas esenciales del texto, planteada explícitamente en [DOD]: “la discusión de ese difícil problema, cuál ha sido más necesario, de la sociedad ya formada a la institución de las lenguas o de las lenguas ya inventadas al establecimiento de la sociedad”. ¿Qué fue primero, el huevo o la gallina?

Ya en el primer párrafo se define “palabra” como la primera institución social. En este sentido “palabra” constituye ya un hecho posible a partir de la constitución de la comunidad. Y lo mismo pretende plantearse con “lengua”, para la cual se supone ya cierta organización social y la generación de necesidades más allá de las físicas. No obstante en esto Rousseau es difícil. Finalmente no queda claro hasta qué punto la conformación de la comunidad es previa o posterior a la lengua o la palabra y qué grado de comunidad. Quizá pudiera pensarse que mientras lengua es el simple hecho de comunicar ideas, la existencia de la palabra ya constituye por si una estructura, un convenio en la acepción de las sonidos. Lengua puede ser todo aquello que todos los niños dicen a su madre, y palabra esa realización específica que la madre sabe que debe enseñar al niño y que puede igualmente emplear con otro adulto. Y en todo caso ¿Podría plantearse una diferencia entre el origen de la lengua y el origen de la palabra?

Suponiéndolo así, y a través de una lectura sincrónica del origen en Rousseau, es decir, hablando de un origen que ha sucedido varias veces y que puede seguir ocurriendo2, ¿acaso no sería “palabra” lo que nosotros ya concebimos como lengua, y lengua lo que “lenguaje”?. Acaso así, no podría concebirse, en términos menos radicales o binaristas, el estado de naturaleza, como un estado en progresión, posible aun en nuestros días?





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